Uno puede encontrar a lo largo de la historia ciertos discos que, pasa el tiempo y que pueden encontrarse todavía elementos que hacen que su vigencia siga en alza, o hasta incluso llegar a tener el reconocimiento que en su momento no supo ser, clásicos que se vuelven atemporales y que por más que los protagonistas a los que los artistas escriben o reflejan en sus obras ya no existan, pueden ser reemplazados con cualquier personaje actual.

“Las segundas partes nunca son buenas”, pudimos escuchar por ahí mil veces, y hay quienes pudieron romper esa barrera del mito, demostrando que incluso no solo puede encontrarse un buen material, sino también en consagrarse como uno de los mejores exponentes de nuestro rock argentino. Ahí nos encontramos con la segunda obra en solitario de Charly García, luego de su paso en Seru Giran, un políticamente incorrecto Charly armaba su valija y se trasladaba a New York para grabar uno de esos discos que, hoy a pocos días de haber cumplido 37 años, todavía puede seguir sonando tan fuerte como lo fue en ese lanzamiento el 5 de noviembre de 1983.

Treinta y tres minutos de pura experimentación sonora

El disco en su totalidad ya estaba en la cabeza de Charly desde el arranque, es por eso que ya instalado en New York comienzan los primeros ensayos con el ya estudio adquirido de dieciséis canales junto a Pedro Aznar (quien ya estaba trabajando en New York formando parte de la banda de Pat Metheny) y su novia de aquel entonces, donde se vieron las primeras maquetas del disco, Charly a todo esto en 2007 diría:

“Hoy, en 2007, no le cambiaría nada a Clics. Es un disco autoproducido hasta económicamente, hecho en Nueva York, donde conocí a Joe Blaney. Compré los instrumentos, me instalé un estudio de dieciséis canales en el Village y apareció en un momento Pedro Aznar con su novia e hicimos el primer ensayo, estábamos con Zoca, los cuatro, en el loft y… siendo tan histéricos no sé cómo hicimos para convivir. Sí me acuerdo que cruzábamos Washington con un carrito de supermercado lleno de emuladores y equipos… Yo ya había grabado un disco en L. A. ―el primero de Serú Girán― y me había servido de experiencia, pero solía tener muchos problemas para plasmar los sonidos que quería.”

Además la elección del estudio también fue por él, Electric Lady era conocido por las grandes figuras que alguna vez habían grabado ahí (Jimio Hendir por ej.)

“El arranque del disco fue así: voy a los estudios Electric Lady y les digo: “Quiero alquilar the best, alquilarlo”. El dueño me dice: “¿Tu padre es rico o qué?”. Yo le muestro la plata y me pregunta: “¿Un café?”, además de darme una lista de ingenieros el último de los cuales era Blaney. Lo llamé y apareció al otro día, alto, cool, zapatitos de leopardo… Vio el loft, la mesa Tascam de dieciséis canales; le mostré mis discos y quedamos en empezar. Yo necesitaba un baterista y me encantaba el de Jan Hammer; lo probé y no me rindió, no pasaba nada, incluso fuimos a grabar y yo le pregunté a Blaney qué sonido de batería podía sacarle. Y no funcionaba: sabíamos que tocaba fenómeno, pero con nosotros no funcionaba. Y al otro día no me quedó otra que poner una batería electrónica TR-808 y grabamos «Nos siguen pegando abajo», y se armó. Blaney se dio cuenta, todos nos dimos cuenta y seguimos con máquinas. Es el primer disco que tiene un sample de James Brown

Quizás los temas más conocidos de su etapa como solista están plasmados en este disco, temas como “Nos Siguen Pegando Abajo” “No Me Dejan Salir” “No Soy Un Extraño” “Los Dinosaurios” son algunos de los nueve temas que cierran treinta y tres minutos de música, una mezcla de rock y sintetizadores adelantados para un contexto en el que el rock argentino aún no se animaba a atravesar, más en el contexto histórico en el que nos encontrábamos por aquel entonces, donde las represiones y la violencia institucional y censura se vinieron dando en nuestro país desde prácticamente 1930, la guerra de Malvinas y el final de la dictadura militar son las huellas de décadas oscuras grabadas a fuego en la piel de cada argentino, y dentro de la cabeza de Charly, la protesta al contexto y la situación política se ven reflejadas en cada canción, si uno analiza cada detalle por separado podrán ver las referencias que hay.

El nombre del disco iba a ser llamado “Nuevos Trapos” pero Charly vio en la calle una pintada en negro que le llamo la atención, esa misma decía Modern Clix y le pareció buen nombre para el disco, “era el nombre de una banda recuerdo” decía Charly sobre eso, pero quedo para marcar a fuego una identidad propia.

El disco salió a la venta para el final de la dictadura, la prensa aclamo el disco y también asombro a otros, se lo acuso a Charly también por poner muchas canciones con ritmos “comerciales” y hasta bailables, dejando la pura cepa del rock and roll. Fue presentado en cuatro funciones en el Luna Park junto a Fabiana Cantilo y a Fito Páez como invitados en la banda, para no solo centrarse en este disco, sino repasar temas de Sui Generis y todo lo hecho en Seru Giran.

Pasaron 37 años, pero el disco supera las barreras del tiempo y no tiene fecha de caducidad, considerado como uno de los mejores discos del rock argentino (junto a Artaud entre otros), podes escuchar “No Me Dejan Salir” en estos tiempos de pandemia y cuarentena y pensar que la canción pudo haber sido escrita en estos tiempos sin dudas, pero lo más importante es que pasara el tiempo y siempre estará ahí para que lo vuelvas a escuchar.

“Cuando el mundo tira para abajo……es mejor no estar atado a nada..” (Los Dinosaurios)

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